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ORGULLO PRIISTA / PACO GUEL SALDÍVAR

Aguascalientes, Ags
Sábado, 09 de mayo de 2015

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Paco Guel Saldívar

Presidente del Comité Directivo Estatal del PRI

 

Hace apenas unos días, nuestra secretaria general, Ivonne Ortega, nos invitó a los priistas de Aguascalientes a hacernos una pregunta: ¿por qué somos priistas? Varias fueron las respuestas que se sucedieron, todas ellas llenas de emoción y honestidad, respuestas de amas de casa que han visto cómo sus economías domésticas se mermaban durante los gobiernos de otros partidos, de comerciantes cuyos negocios han prosperado durante los gobiernos del PRI, líderes ciudadanos que nacieron y crecieron sustentados en fuertes raíces priistas…

Su servidor no quiso en ese momento privar de su espacio de expresión a tantas personas deseosas de mostrar su orgullo, pues, debido a la confianza que nuestro Partido ha depositado en mí, son varias las tribunas en que tengo la oportunidad de manifestar opiniones y sentimientos. Además, todo lo que allí se dijo, es un sentir que comparto, porque el bienestar de los hogares de Aguascalientes, el éxito de la micro y pequeña empresa, la identidad que nuestros padres nos heredaron y que creció y fue madurando con nosotros, es en definitiva la esencia de mi orgullo como militante priista.

Nuestro orgullo partidista está íntimamente ligado a nuestro orgullo patrio; pues el PRI es, sin lugar a dudas, el partido de México. No en vano nuestro escudo y nuestra propia denominación simbolizan un espíritu siempre presente, evocan un pasado de construcción y aprendizaje y trazan una visión de futuro que son los mismos que han constituido la naturaleza evolutiva y a la vez única de nuestro país.

Porque el PRI, como México, es institucional. Nuestro Partido ha participado en la creación de todas y cada una de las instituciones que hoy configuran la República Mexicana. Dio voz a las demandas de los trabajadores creando la Confederación de Trabajadores de México, impulsó las actividades agrarias mediante la Confederación Nacional Campesina, desarrolló el sector energético a través de PEMEX y de la Comisión Federal de Electricidad, creó instituciones para fortalecer y difundir la ciencia y la tecnología, así como nuestro patrimonio histórico y las artes, dio origen a la Secretaría de Salud, al IMSS y al ISSSTE, respaldó la iniciativa ciudadana para que surgiera el IFE y fomentó la autonomía del Banco de México, por mencionar algunos de los ejemplos más representativos. En definitiva, la organización del Estado Mexicano, no se concibe sin la visión institucionalista del PRI, que supo unificar las necesidades de los diferentes sectores de la sociedad y darles cauce mediante organismos que hicieran más eficientes los esfuerzos para cubrirlas.

Pero además, nuestro partido, como México, es revolucionario. Desde su fundación, en 1929, su vocación no ha sido otra que la de buscar el camino que depare a todos los mexicanos mayor progreso y bienestar. A lo largo de su historia, el tricolor ha encabezado las revoluciones más importantes que ha experimentado México. Desde la reforma agraria hasta la creación y consolidación de la sanidad pública, pasando por el reconocimiento de los derechos y libertades de los mexicanos. El PRI, lejos de oponerse, encauzó y lideró la transición democrática, fomentando la división de poderes, aumentando las competencias de estados y municipios y auspiciando el pluralismo político. El PRI fue el partido que supo canalizar las demandas de la sociedad en cada etapa, sin cerrarse a un ideario inamovible, consciente de que lo primero son los mexicanos, que en cada etapa de la historia tienen unas necesidades y una situación diferentes.

Y este espíritu transformador y progresista se hace hoy particularmente visible en el gobierno de nuestro presidente Peña Nieto, que con sus reformas estructurales ha sacado del estancamiento un obsoleto sector energético, ha infundido dinamismo en el financiero y ha aportado al educativo los elementos necesarios de transparencia y calidad para una óptima formación de nuestros niños y nuestros jóvenes. Cada una de las reformas emprendidas responde a la urgencia de llenar un vacío o de mejorar unas condiciones que no son sino consecuencia de sistemas que, si bien resultaron aptos en su momento, han quedado desfasados y requieren de una adaptación a los tiempos actuales.

En palabras del presidente de nuestro CEN, César Camacho, el PRI es un partido “que pondera sus valiosas experiencias, que con honradez asume sus yerros y con legitimidad se enorgullece de sus aciertos; que con los años ha adquirido mucha mayor madurez y prudencia, guiado por una constante: que la justicia social sea para todos”, pues, en efecto, el PRI, revolucionario e institucional, como México, mira al pasado para no cometer los mismos errores y aprender de sus éxitos, sienta bases sólidas para que los mexicanos vivan mejor en el presente, pero flexibles para adaptarse a los cambios que el devenir de los tiempos nos depare. Por eso, igual que el PRI no se concibe sin México, México no se concibe sin el PRI. Por eso el PRI es el partido de México, y por eso, mi partido, no puede ser otro que el PRI.

@pacoguel

fcoguel@hotmail.com

 

Columna publicada originalmente en La Jornada Aguascalientes



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